La rodilla es una articulación compleja compuesta por tres huesos principales: el fémur, la tibia y la rótula. Conecta el muslo con la pantorrilla y desempeña un papel fundamental en la marcha y la carrera, permitiendo movimientos de flexión y extensión, así como rotaciones y movimientos hacia adentro y hacia afuera.
Además de estos componentes óseos, la rodilla también cuenta con un sistema de ligamentos, meniscos y bursas, así como tendones musculares que se insertan en la articulación. No podemos olvidar el sistema vasculonervioso, encargado de la irrigación y la inervación de las diferentes estructuras de la rodilla.
Debido a esta complejidad anatómica y su importancia funcional, el dolor en la rodilla es una de las causas más comunes de dolor musculoesquelético. Puede afectar a personas de todas las edades, desde niños y adolescentes (por ejemplo, el síndrome de Osgood-Schlatter) hasta adultos mayores, como en el caso de la osteoartritis.
El dolor en la rodilla puede clasificarse de diversas maneras, ya que su origen puede ser variado y multifactorial. Por lo tanto, es crucial contar con un buen diagnóstico diferencial que permita un enfoque adecuado. En este artículo, describiremos algunas de las posibles causas de dolor en la rodilla.
Lesión del ligamento cruzado anterior
Esta lesión es muy común en el ámbito deportivo, especialmente en deportes que involucran saltos, cambios de dirección, alta velocidad y oposición, como el fútbol o el balonmano. La mayoría de las roturas de este ligamento ocurren sin contacto físico, durante movimientos de valgo de la rodilla (inclinación hacia adentro) y rotación entre la tibia y el fémur, con el pie de apoyo fijo.
Esto suele ocurrir en acciones de cambio de dirección repentinos o al aterrizar después de un salto. El tratamiento de elección suele ser la cirugía, aunque cada vez es más frecuente evitar la intervención quirúrgica, incluso en deportistas de élite, debido a la mayor incidencia de artrosis en personas operadas. Independientemente de si se decide operar o no, la fisioterapia desempeña un papel vital para compensar la falta de estabilidad del ligamento a través del fortalecimiento muscular.
Lesión del menisco
Esta es una de las lesiones de rodilla más comunes. Una lesión meniscal puede ocurrir como resultado de un evento agudo o traumático, así como de lesiones crónicas no traumáticas relacionadas con la edad y el uso repetitivo.
Agudo/Traumático: suele producirse por giros bruscos o cambios de dirección repentinos. Provoca un dolor agudo intenso en la parte interna o externa de la rodilla, limita el movimiento y, a menudo, causa inflamación en las siguientes 24-48 horas. En muchos casos, esta lesión se asocia con una lesión del ligamento cruzado anterior. El tratamiento suele ser quirúrgico en estos casos, ya que la población afectada suele ser joven y activa. La fisioterapia ayuda a controlar los síntomas y a recuperar la fuerza y funcionalidad, independientemente de si se realiza o no una operación.
Crónico/No traumático: se relaciona con la edad y los esfuerzos repetitivos. Comienza como un dolor progresivo en la parte delantera-medial o delantera-lateral de la rodilla. Es más común en hombres mayores de 40 años. A menudo, se considera un hallazgo incidental en resonancias magnéticas y no es la causa principal del dolor de rodilla. Es importante llevar a cabo un enfoque fisioterapéutico adecuado con ejercicios activos para mejorar el dolor.
Tendinopatía Rotuliana
El dolor en el polo inferior de la rótula debido a sobrecargas repetitivas es muy común en saltadores. El dolor es localizado y puede asociarse o no con inflamación del tendón y estructuras adyacentes, como la bursa infrapatelar o la grasa de Hoffa.
En la mayoría de los casos, este dolor se debe a un proceso degenerativo más que a una inflamación. La tendinopatía rotuliana, especialmente en las etapas iniciales, tiende a presentar un fenómeno de "saturación", lo que significa que el tendón se calienta y deja de doler unos minutos después de iniciar la actividad (el inicio es doloroso), pero el dolor reaparece una vez que se enfría.
El tratamiento debe centrarse en el fortalecimiento activo del tendón. Las terapias pasivas, como el masaje terapéutico, las ventosas o la punción seca, o la neuromodulación, son efectivas para este tipo de lesiones, pero es fundamental que el paciente realice ejercicios activos para fortalecer los músculos.
Sindrome de la cintilla iliotibial
Comúnmente conocido como síndrome del corredor, se produce una inflamación de la cintilla iliotibial debido al roce repetitivo contra el hueso, lo que provoca un dolor punzante en la parte lateral de la rodilla.
El dolor suele estar asociado a la actividad y ocurre durante la carrera. Este síndrome se asocia con una debilidad de los músculos estabilizadores de la pelvis, especialmente los glúteos, lo que aumenta la fricción a nivel de la rodilla.
Sindrome de Osgood-Schlatter
Este síndrome se refiere a la inflamación dolorosa del hueso y el cartílago en la parte inferior de la rodilla. Suele ocurrir en niños activos que practican deportes que implican saltos y carreras, generalmente entre los 10 y 15 años, debido a la inflamación del cartílago de crecimiento.
Los síntomas suelen incluir dolor y dificultad funcional durante la actividad, hinchazón y sensibilidad al tacto. Se asocia con períodos de crecimiento. El tratamiento consiste en reducir la actividad deportiva que provoca el dolor, utilizar medidas analgésicas y técnicas para controlar los síntomas, y seguir un programa de fortalecimiento activo según la tolerancia del paciente. El pronóstico es favorable, pero los síntomas pueden durar desde semanas hasta varios meses.
Si también padeces dolor en la rodilla, no dudes en acudir a tu fisioterapeuta de confianza, quien te proporcionará un diagnóstico preciso y te ayudará a mejorar para que puedas disfrutar nuevamente de tu actividad favorita.
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